Argentina mata más que la heroína
- Gonzalo Rats
- Jun 15, 2013
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Habría dicho Luca Prodan en una conversación informal a un periodista, una noche de primavera de 1987. En un principio el pelado diría “vos solamente podrías entender si conocieras la heroína”, para más tarde acotar medio en broma, luego de un bache de horas, ya en otro lugar “en realidad, solamente podrías entender si conocieras la ginebra”. La anécdota termina con un Luca un poco más serio soltando “en realidad... podrías entender si quisieras, Argentina mata más que la heroína”. Antes de navidad sería encontrado muerto.
Joe Stefanolo, el abogado que junto a Timmy McKern se hizo cargo del tema de la herencia de Luca, recuerda aquella tarde tortuosa del 23 de diciembre de 1987, cuando en la Chacarita no había más lugar y los empleados de la funeraria estaban cansados, la propuesta de dejar el cuerpo dos días en el depósito, la charla con la funeraria, el calvario que significó derivar el cuerpo a Avellaneda. Recuerda su llegada a la Casona Comunitaria de Alsina al 400 —donde hoy funciona un centro cultural, Lo de Luca— la visita a la comisaría, la historia del certificado de defunción, los trámites con la cochería, lo que costó sacar el féretro por la escalera angosta, el amigo que pidió permiso para llevarse un pin que encontró en la desolada habitación, la decisión de evitar el velorio para no hacer de esa muerte una noticia social, la pequeña muchedumbre en la Chacarita, la presión de los plomos de Sumo para llevar ellos el cajón. Stefanolo dice que pese a la leyenda de que Luca murió por una sobredosis de heroína quedó demostrado que fue por un paro respiratorio. “Fue un paro respiratorio no traumático, lo que significa que no había lesión o golpe. Sobrevino por un cuadro de debilidad cirrótica”.
Lo anterior figura en las primeras páginas de Luca, un ciego guiando a los ciegos de Carlos Polimeni, un libro que pretende hablar de la vida de Prodan en Argentina empezando por su muerte, que se encarga de aclarar, por las dudas, no tuvo nada que ver con la heroína. Sin embargo, sobre el final del libro, el autor se pregunta, entre otras cosas ¿por qué dejar ahí el tema de la muerte, no ahondar la pesquisa, dejar flotando las contradicciones?
Luca murió entre las 21 hs del lunes 21 y las 3 de la mañana del martes 22. Lo encontraron en la cama, en posición casi fetal y con una sonrisa en la boca. La noticia explotó en Crónica de ese martes. Por supuesto, el diario habló de una sobredosis. Los matutinos serios del miércoles 23 reprodujeron el dictamen médico del certificado de defunción: paro cardíaco respiratorio.
Sospechas
“Cinco días después de la muerte de Luca, Mónica Strömp, su novia “oficial”, no aguantó más y fue a ver a Silvia, la chica que había compartido los últimos días de Luca en la casa de Alsina al 400. “Ella me dijo que a mí no me tenía que importar ninguna circunstancia de la muerte, sino que me amaba y que quería estar conmigo” dice Mónica que escuchó aquel día de fin de año, en que las publicaciones sensacionalistas ya habían dejado de hablar de un pico de heroína”.
¿De qué circunstancias, de qué contradicciones hablan, si ya había quedado claro el motivo de la muerte, especificado por el propio abogado?
El libro de Polimeni no puede dar más pistas al respecto. Busquemos entonces en Sumo por Pettinato: la versión completa de La jungla del poder, la biografía de Sumo que el saxofonista devenido en conductor televisivo supo editar a principios de los 90s:
“’La mejor manera de morir, Roberto, es con heroína. Porque pasás al otro lado sin sentir nada de nada... es como un sueño...’. Lo dijo de su propia boca muchos años antes de morir. El destino, amigos, escucha muchas solicitudes... Y después decide.
Estamos tocando en la cancha de Los Andes. Una semana atrás le dije, saliendo de CBS:
—Luca, acabamos de firmar un contrato por cuatro discos más ... ¿sabés lo que es eso? ¡No te podés morir ahora!
Luca puso una cara joven, casi en un trance de alumbrar. —Sí, lo sé. Sos un hijo de puta...
Es cierto. No soportaba que me escudara bajo la burla y la ironía ante una situación irreversible.
—Pero... yo estoy mal. Escucho ruidos.
—¿En la casa en la que estás ahora?
—Sí. Ruido de cadenas. ¿Sabías que ahí torturaban gente? ¡Eran las mazmorras abajo! Y ahora escucho ruidos de esas cadenas arrastrándose por un sótano. La casa es rara. Y hay gente rara viviendo ahí. No sé... anoche voló delante mío una bandeja. ¡Salió del aire, alguien la tiró hacia mí, pero no había nadie!
Tiempo después nos enteramos de que ahí ocultaban esclavos en los tiempos de quién sabe qué. Con esa sola alucinación me di cuenta de que Luca no duraría mucho más.
Al segundo tema Luca se agachó, cubriéndose detrás de una pequeña tarima en donde aún conservaba la cámara de eco para pegar sus interminables alaridos en Divididos por la felicidad o Mejor no hablar (de ciertas cosas), y ahí vomitó. De un lado al otro del escenario, pasando por encima de Ricardo, me miré con Germán. No iba a ser una buena noche si empezábamos así.
[en el viaje de vuelta] Paramos en una estación de servicio, íbamos en el Impala de Superman. El coche de Sumo. Voy al baño. Luca dice: “¿No sabés quién tiene algo de eso? Yo te invito mañana otra cosa que me van a traer. Te juro que te llamo mañana”. Bajó Luca en San Telmo. Iba a empezar a escuchar las cadenas. Sin embargo, las cadenas no suenan todavía.
Ustedes quieren saber más. Lo sé. Yo también quiero seguir escribiendo. Quiero, profundamente, volver a recordarlo, vivir ese día por el que volví, dejé y volví a llorar. ¿Saben lo que dijo Prodan una noche a los oídos de Mollo?
—Estoy con una chica... Ella es buena... y... pero... me parece medio rara... Ella siempre me dice que quiere que nos suicidemos juntos... No sé.
—Cortala, Luca...
Nunca recordó si Luca había asentido o no.
Es de día, diría alguien. La luz ilumina los casetes. También la alfombra. Para Mollo o Germán o Diego... ilumina el cuerpo de Prodan, ahí caído, como una exhortación en vano, mitad de su cuerpo sobre el colchón, la otra mitad en el aire. ¿Qué decir? Mollo lloró. Germán dijo: “Al fin, ¿lo conseguiste?”. Timmy agregó: “Fuck you!”.
¿Saben lo que dijeron todos los Sumo? Que la sonrisa de Prodan parecía hundirse en el rumor de la tormenta, que su sonrisa era de paz. De, como dijo él... “Irte al otro lado... sin sentir nada... sin dolor... como un sueño”. Lo dije. Se lo dije antes... El destino escucha todas las solicitudes, y sus decisiones se cumplen”.
Con estos párrafos Pettinato parece insinuar lo que anteriormente fue desmentido. Me pregunto por qué no lo dice y ya. Germán y Timmy enojados... ante una situación irreversible y de la cual Luca no sería culpable: nadie quiere un paro cardíaco, que se yo. Sigo buscando, y en uno de los capítulos finales vuelve sobre lo mismo, revive la misma conversación con Luca, esta vez sin las omisiones que el decoro dictó anteriormente:
"El viaje en el gigantesco automóvil de Superman fue inolvidable. La novia del momento de Luca, a la que con Germán llamábamos "el ángel de la muerte", porque ya nos daba miedo, ponía su brazo por detrás de Luca para tocar a alguno de nosotros. Luca me dijo:
—Vamos a parar en una estación de servicio, Roberto, ¿Vos tenés algo?
—Creo que sí.
—Bueno, yo mañana o el martes te convido heroína. ¿Nunca probaste?
—No.
—Yo te convido si vos me das algo.
Paramos en el medio de la nada. La desolación y las luces opacas de una estación de guardia. Fue la primera vez en mi vida que lo vi tomar algo que no fuera ginebra. Volvimos a subir y seguimos hasta Hurlingham. Luca lucía cansado pero de buen humor. Dejamos los equipos. Nos despedimos y me quedé en el andén de Rubén Darío".
¡Ahí está! Heroína. De alguna forma Luca la conseguía y al parecer no se trató de un hecho aislado. En otra parte del mismo libro Pettinato recuerda que "cuando Luca hablaba de heroína todos escuchábamos pasmados y con los ojos abiertos como niños sentados alrededor del viejo de los Cuentos de la cripta. Un día nos enteramos de que uno del grupo había probado porque Luca le había conseguido y eso ya lo ubicaba en un lugar de privilegio ante todos los demás".
También pudo haber sido una de las tantas mentiras que Prodan decía, sabía que estaba de última, se lo vio muy amarillo y desmejorado esa noche en Los Andes.
Anécdota
"Yo tuve una relación muy particular con Luca a partir de las remeras que le regalaba. Le hacía unas remeras que tenían cosas escritas en inglés, palabras sueltas. Yo le decía a mi vieja que Luca no tenía ropa. Un día le tiré una remera y al otro fin de semana salió a tocar con esa. En el camarín de Los Andes pasé con un amigo y nos ofreció de comer. Ese día fue muy particular. La novia nos dijo que hacía una semana que no podía comer porque lo vomitaba todo. En un momento me dice que el jueves próximo que nos íbamos a encontrar él no iba a poder, que no sabía que tenía que hacer. En un momento aparece Ricardo Mollo y le dice que estaba podrido de hacer No te pongas azul, que se perdía en un estadio al aire libre. Luca le dice: te prometo que es la última vez que lo hacemos. Están ustedes de testigos, nos dice Ricardo, te tomo la palabra. Fue la última. Ese día no tocaron dos veces Fuck You, sino que fue una continuación. Cerraron con Day Tripper de Los Beatles. Me acuerdo cuando terminó el recital sentí que podía ser el último, él se quedó solo en el escenario con los ojos cerrados mirando la nada y yo le dije a mis amigos que lo miraran bien, que algo pasaba. Ese show no le hice ninguna remera, vaya a saber por qué”.
(Extraído de revista Sudestada. Rolo tenía 14 años cuando vio a Sumo por primera vez, allá por 1984)
Malas compañías
Todos coinciden en que el aporteñamiento de Luca Prodan era directamente proporcional a su paulatino alejamiento de Sumo. Buscando más datos miro el Behind the music de VH1. Nada, salvo el testimonio de Geniol (performer y amigo de Luca) que llorando dice “lo mataron”. ¿A quiénes se refiere? Acaso a los mismos que Pettinato cuando dice “odiábamos a esa gente sin ni siquiera saber quiénes eran o qué hacían, o lo que le daban a Luca, o qué era lo que Luca pedía”.En una charla anónima que Roberto reproduce en forma aislada en su libro, se destaca algo similar:
“A Luca después lo marcaron las mujeres, la fama y los ‘nuevos amigos’, y sentía que tenía que ser las 24 hs del día... ¡una estrella! Yo no era apático. Lo que pasaba era que me daba cuenta de que le estaban dando veneno en la boca y vos, o nosotros, sólo mirábamos cómo se lo daban y decíamos: ‘Ah, qué bien, qué lindo amigo’, y la historia no era así ". El alcoholismo de Luca estaba fuera de control. Según Timmy, para salvarlo tendría que haber separado a Sumo. Lo cierto es que la banda paraba para que se internase y él se iba a "chupar de canuto a un bar de mierda".
Otra anécdota
—Luca era un trágico...
—Ese día le dije: “Luca, tenés todo: dinero, una mujer que te ama, hacemos lo que queremos, nos está yendo bien, no te entiendo”. Me mira y me dice: “¿Sabés qué pasa? Si tuviésemos diez años menos... pero yo ya estoy viejo”. Como diciéndome “yo ya me fui”.
—¿Cuándo vino el crack en el grupo? ¿Entre Corpiños en la madrugada y qué disco?
—En todos. Me acuerdo de que Luca ya era el Gran Macho argentino que tomaba ginebra y estaba rodeado de pelotudos todo el día... Me acuerdo de que atendí el teléfono ese día y le pregunté a Ricardo: “¿Cuándo nos encontramos?”. Iba a ser una gran fiesta... Íbamos a comprar cosas y todo (risas). ¡Íbamos a cobrar una plata que nunca antes habíamos visto! Yo nunca había tenido esa guita en mi vida, estaba feliz... Y Ricardo me dice: “Luca se murió”. Ahí me encontré con Timmy y nos tomamos media botella de whisky. Después nos fuimos a comer un asado a la costanera y dijimos: “Es el fin y el principio... Empecemos de vuelta”.
(conversación entre Pettinato y Daffunchio)
El ángel de la muerte
La última chica de Luca se llamaba Silvia Ceriani, vivía en la casona de Alsina y sería la destinataria de "Brilla tu luz para mí", escrita por el hombre que quería morir brillando (otra referencia al brillo se encuentra justamente en Heroína). Mollo le tomó odio por haber escuchado lo del pacto suicida. El diario Clarín del 30/09/01 dice que Luca murió en sus brazos: “Él tenía planes de dejar de tomar, pero no pudo. Yo estaba con él cuando pasó todo. Fue un desastre. Sus amigos después me dijeron que yo era la única persona que parecía no darse cuenta de que él estaba de última. Se murió en mi cama. Era de tarde, de noche o algo así”. El brazo izquierdo de Silvia está marcado con muchas pequeñas cicatrices, producto de un intento de suicidio luego de lo de Luca.
En la película de Rodrigo Espina es la rubia que habla con zeta y dice que Luca no curtió drogas pesadas en Argentina, que eso fue más de Inglaterra, Italia. Ahora parece ser la única persona autorizada para modificar esa habitación de la casona de Alsina donde todo terminó, poniendo cajitas de tic-tac en una ventana que en su época no tenía vidrios y hacía un frío de mil demonios. En realidad, en toda la casa era una heladera, razón por la cual Luca subió por primera vez a la habitación de Silvia (era la única del lugar que tenía dos estufas) y nunca más bajó. Será coincidencia que la única vez que visité el lugar, se me congelaron las manos mientras miraba una película.
Por lo demás, dicen que la habitación sigue intacta, con los seis ramos de flores en el piso que la madre de Luca dejó cuando visitó el país y le confió a Mónica Strömp que los años que su hijo vivió luego de ese coma hepático en Londres, habían sido un regalo. Él lo sabía, y vaya si los aprovechó.
Otros testimonios
"Recuerdo que Luca estaba ahí tirado con la mitad del cuerpo fuera del colchón. Con un pantalón y el resto en cuero, una pequeña sonrisa y medio barbudo. Un brazo lo tenía en la cintura y el otro al costado. Una pulsera en la muñeca y alguna otra cosa colgadita. Me arrodillé en la cama. Estaba de mármol. Yo lo había tocado caliente, pero sin embargo estaba frío. Fui el primero en entrar al cuarto. Detrás entraron Timmy y Germán. Estaba en shock. Lo miraba y lo tocaba. Le tocaba el cuerpo y le ponía las manos arriba del pecho para que se caliente. Quería calentarlo porque me parecía que no tenía que estar tan frío. Quería proteger algo imposible. Estaba tan desprotegido, tirado ahí en la cama. Le digo a Ignacio, nuestro plomo: "Vamos a ponerlo arriba del colchón". Y lo levantamos y quedó duro. No se movía. Estaba durísimo. Toda la espalda hundida como si la sangre se le hubiera bajado hacia el estómago. Me quedé ahí arriba hasta que llegaron los de la funeraria. Nadie sabía nada porque hasta la una de la mañana había estado bien. Todos estábamos llorando desconsoladamente. Todos querían ocultar algo y la prensa ya estaba afuera de la casa. Llegó la ambulancia y había periodistas por todos lados. Yo salí y un tipo me dice: ‘¿Acá es donde se murió el peladito éste, el cantante?’. Y yo le dije que no sabía nada, tratando de ocultar algo que era inocultable porque estaba todo el mundo esperando ahí para ver qué pasaba. Estaba Nora Fish, gran amiga de Luca, muy mal, lloraba. Ella tenía buena onda y le dije: '¿Qué te pasa?'. Y me dijo: ‘Es mi culpa... porque él anoche me llamó y me dijo que se sentía muy solo, y le dije que era un hijo de puta y por toda esta cosa de mina pelotuda no vine a ayudarlo’”.
(Ricardo Mollo)
Curiosas coincidencias
Andrea Prodan diría años después que "él tuvo un regalo de cinco años de vida que no hubiera tenido. Cuando llegó empezó a tocar Five Years de Bowie, y me decía que no sabía por qué lo estaba tocando todo el tiempo, tenía la sensación de que le quedaba eso de vida. Y fue más o menos así, tuvo seis años". Esa es más o menos la premisa de What we do is secret, la fallida biopic sobre el cantante de The Germs, Darby Crash, muerto de una sobredosis de heroína en un pacto suicida con una mina que sobrevivió. De ambos, Prodan y Crash, se dice que eran increíblemente inteligentes.
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