Delicias del cadete

uno como cadete es un che pibe de oficina (con suerte), un entrega paquetes, sobres, cartas...destinado a comerse garrones que otros no pueden permitirse. interminables colas se ciernen sobre su destino, horas de espera que deben afrontarse estoicamente y sin chistar. de él dependen desde cosas ínfimas hasta verdaderos entuertos si no cumple con su misión debidamente, y muchas veces debe cargar con la culpa de terceros pero, es sólo un cadete.

haciendo bancos

una de las más comunes. colas para todo: para depositar, para pagar, para extraer, para entregar un formulario, para que te lo devuelvan firmado. gente malhumorada, gente que se lo toma con calma, algunos hacen chistes y nadie puede hablar por teléfono.

en el banco ciudad del once los viernes suele aparecer un individuo a quien la camisa blanca y el pantalón de vestir no pueden tapar el conurbano que le salta a flor piel (como a mí), tiene un pelo horrible (como el mío) y para colmo está cada vez más culón (por dios, espero que yo no siga el mismo camino). lo sé porque he pasado largas horas esperando en la fila detrás suyo. los cajeros lo conocen bien porque siempre tiene una tonelada de facturas impagas, y no es joda. debe llevar unos buenos quince mil pesos encima para pagar todo eso cada vez que va. es un garrón esperar detrás de él y es un garrón también estar en su lugar. los de la fila te odian y por lo bajo murmuran maldiciones. la mayoría está ahí para pagar una boleta de luz, o peor, para pedir monedas para el bondi. y rezá por que no haya algún malentendido, lo cual siempre ocurre, y tengas que llamar a la oficina para que te den instrucciones. no se puede improvisar.

tips:

-en la sucursal de acoyte y rivadavia del banco ciudad (una ratonera impresentable) hay un hembrón calcado de uma thurman, sólo que con pelo oscuro y a dos cuadras de ahí, en el banco río sobre rivadavia, una preciosura igual a mena suvari, la de belleza americana.

viajando en taxi

a mi por suerte me pagan taxis para la mayoría de los trámites. si no hay apuro, en bondi o subte. tengo la suerte que siempre hacen todo a último momento y entonces me limito a sentarme y mirar por la ventana mientras el taxista se entiende con el resto del mundo.

los taxistas, una especie aparte debieran ser. nunca me tocó un solo tachero facho. algunos no aguantan estar encerrados en el mismo auto sin hablar y hacen comentarios estúpidos como "que loco está el clima". por lo general no empiezo conversaciones pero me enzarzo en muchas si me dan manija. las clásicas son el fútbol, la política y las minas. recuerdo uno que había sido trotskista y ahora se lamentaba por no poder votar a néstor kirchner. otro que era de san lorenzo y le dije que el torneo de ese entonces lo iba a ganar boca porque se había muerto pedro pompilio. ahí nomás apagó la radio, se dio vuelta y me dijo "¡sabés que yo venía diciendo que este torneo se llama pedro pompilio!" y no se calló más, me contó de la relación de pompilio con grondona, de la ferretería y las estaciones de servicio que tiene don julio en avellaneda y de como arsenal de sarandí ganó la sudamericana porque su señora se estaba muriendo y quería ver al club de sus amores campeón. o aquel que me contaba que su mujer no lo dejaba dormir la siesta porque siempre quería bomba y bomba y éste era un tipo grande, de sesenta pirulos o más. había sido que "su mujer" tenía 20 años y era la sobrina de su nuera. hacía tres años que estaban enamorados.

mis favoritos:

-el tachero que me contó de cómo los botelleros se habían robado la playa en el partido de la costa. con fundamentos.

-el pibe de burzaco que con 22 años manejaba remises desde los quince, ya se había divorciado e íbamos a los mismos piringundines.

-un cabezón que me llevó al personal fest a entregar una caja que no se callaba más. se las sabía todas las de la calle, escuchaba la peor cumbia del recuerdo y el caradura además pretendía hablar portugués. un cago de risa.

el consejo económico

la pesadilla burocrática de cualquier mandadero. ahí se hacen certificaciones para los balances fiscales (creo). normalmente no lleva más rato que en cualquier banco. lo jodido es la época de presentaciones. todos los contadores hacen todo lo que no hicieron hasta entonces por estar jugando al buscaminas en la oficina y le dan a los cadetes la inmisericorde misión de pararse todo el día (literalmente) para presentarlos y que los certifiquen. hay una cola para presentarlos, una para pagar y finalmente otra para retirar los documentos certificados.

la primer cola rápidamente trepa hasta pasar los cien metros en horas de la mañana. y durante el día se sigue alimentando. hordas de motoqueros, mensajeros, cadetes y ayudantes de oficina hacen de tripas corazón y soportan de pie como pueden la jornada. la última vez que fui estuve desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde sólo para las dos primeras colas. y si no fuera porque organicé una pequeña trampa con la chica que estaba adelante mío (la cual los motoqueros de alrededor copiaron) hubiera tardado mucho más. después de pagar fui a merendar algo tranquilo ahí cerca, esperé una hora y media y volví a retirar los documentos. La misma chica, que iba por primera vez, dijo que se sentía como en cuento de kafka. no se, yo me sentía cansado nomás.

lo mejor

llevaba apenas tres meses en el puesto y me preguntaron si quería llevar un paquete a río negro. dije que sí y ahí nomás sin siquiera volver a mi casa me subí a un micro y tras diecisiete horas de viaje llegué a san antonio oeste cerca de las tres de la tarde, entregué el paquete y me tomé un colectivo al balneario de las grutas: un lugar increíble realmente. trasca hacía un clima perfecto, pleno sol, sin nubes. paseé, saqué fotos, tomé unas cervezas y comí pizza a cuenta de la empresa. cerca de las diez cuando ya no sabía qué hacer me tomé el micro de vuelta, viajé en primera clase y al otro día tuve permiso para faltar al trabajo.

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